El otro día pasé por Sancho Rey (en bicicleta- mala idea, el camino es un barrizal y tuve que abandonarla cerca del principio y seguir a pie) para ver cómo estaban las cigüenas. Me imagino que los dueños de la finca preferirían que no se anunciase el sitio, ni se animase a la gente a visitarlo (postura que comprendo perfectamente, ya que la gente es un coñazo y puede perjudicar la vida y la productividad del cortijo) pero es un camino público y en esta época merece la pena verlo.
Sancho Rey significa cigüeñas. Antes significaba también toros, caballos, y algún otro bicho. (El año pasado vi cerca de allí, por el río, una manada de guarros.) Y todavía se ven y se oyen muchos pajarillos e insectos, si se va con tranquilidad y se presta atención, pero lo que importan realmente son las cigüeñas. Hay muchas este año, cada árbol, cada punto donde se puede agarrar un nido está cogido, hay crías difícilmente visibles, parejas turnándose para recoger comida y hierba y palotes. Posan en el mismo camino, o el los bordes de los sembrados, levantan el vuelo y cruzan el cielo, a ras de las copas de los arboles, planeando hasta frenarse en el aire, plegar las alas y aterrizar con sorprendente gracia en el árbol que es su casa. Merece la pena el paseo.
martes, 26 de abril de 2011
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