lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Por qué reírse?


"Entre las cosas que sólo se encuentran en el ser humano está el humor, y resulta fascinante contemplar esta característica tan especial y aparentemente sin función biológica. ¿Cómo deriva de la razón, que es, sin duda, su origen, y cómo encaja en el uso actual que hacemos de la misma?

Los primates superiores parecen tener un concepto de lo gracioso; es decir, se divierten con ciertas cosas. Ningún otro animal lo hace. La actividad lúdica, los juegos de los mamíferos jóvenes, que pueden tener su origen como ensayos para la lucha, la caza, el coito u otras actividades imprescindibles para la supervivencia propia y de la especie, no se limita a lo que es de utilidad práctica, sino que es evidente que ejercen mucha actividad de esto tipo por puro placer, por diversión.

El placer como estimulo hacia actividad que es biológicamente provechosa tiene que existir por alguna razón. En los animales más inteligentes se usa conjuntamente con el instinto, y supera el instinto como estímulo para muchas actividades importantes. ¿Qué ventaja tiene en animales inteligentes? O quizá debería preguntarse por qué se necesita un estímulo supletorio, funcionando en paralelo con, o superando el instinto, en animales con grandes cerebros. La respuesta es evidente si se considera el hombre; el nivel de desarrollo de nuestra razón nos permite cierta libertad de acción, y podemos elegir actuar de forma no consonante con los fines que nuestro organismo pretende perseguir. La razón no es compatible con el instinto, y ya que la inteligencia confiere indudables ventajas, ha evolucionado el placer, para que actuemos de acuerdo con nuestro fin biológico a pesar de la libertad que nos da la razón. Libertad que nos ayuda a sobrevivir pero que usamos de forma perversa.

El lenguaje es de incalculable importancia en el desarrollo de las características que hacen el ser humano, pero el cambio, lo que nos distingue de los chimpancés en este respeto, fue puramente cognitivo. No hubo cambio biológico significativo, porque no hizo falta. Desarrollada la necesaria facultad cognitiva, encontrar maneras de cifrar y así manifestar el producto de esa facultad no supuso un problema. El cerebro aprovechó partes del cuerpo que ya existían, con otra función, y las hizo hablar. Un resultado de esto es que usamos el lenguaje a menudo con fines que se pueden llamar lúdicos, para divertirnos, para buscar placer.

Es un solo ejemplo de cómo buscamos el placer en sí, al margen de toda utilidad biológica, mediante una facultad desarrollada por otros motivos y que usa partes del cuerpo también desarrolladas con otros fines.

Hay que señalar que la actividad lúdica de los mamíferos superiores proporciona placer psicológico además de físico, y que los primates, como hemos comentado, parecen tener la capacidad cognitiva de reconocer la gracia de una situación; de disfrutar de la humillación de otro, y no es inconcebible que un chimpancé actúe a propósito para provocar esta reacción, reconociendo que otro puede experimenta el placer que siente él. Pero si reconocer que algo es gracioso requiere un acto y una capacidad cognitiva, lo que lo provoca nunca tiene origen abstracto, salvo en el ser humano.

Un componente del placer es el alivio de tensión. El sexo crea esta tensión precisamente para que la aliviemos procreando. El humor hace algo parecido. Una tensión, psicológica o física, se crea, a propósito, manejando el lenguaje y el contexto comunicativo, preparando la espera de un alivio al revelar el desenlace de una situación. No importa si ese desenlace no es narrativa, sino puramente léxica, y esto es muy interesante. El humor, incluso el humor puramente abstracto basado en una facultad cognitiva, es un producto secundario, tal vez redundante, del sexo."

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