Delante del gobierno civil hay una farola que parece un imán. Atrae los coches con una fuerza aparentemente irrestible. Rara es la semana que algún coche, maniobrando cerca de las escaleras, no choque con ella. Antes llevaba una pantalla de cristal, esférica, pesada, que, un segundo después del 'crunch' de parachoques contra poste, caía irremediablemente encima del coche del despistado de turno, o bien abollando el techo o bien rompiendo la luna trasera. Salía el conductor, sin saber que hacer al no poder pedir explicaciones a un pirulo, y es un sitio muy público para marcharse sin más. Además está la cuestión de su seguro. Todo esto pasa por su cara en unos segundos hasta que el guardia civil en la puerta se apiade de él y avisa a la policía local.
A los dos días llegaban unos empleados del Ayuntamiento para aderezar en lo posible (cada vez más difícil) la farola y colocar una nueva bombilla y otra pantalla, y a esperar al siguiente.
Hace más de un año que ya no le ponen ni bombilla ni pantalla. Se habrán quedado sin ellas. Los golpes continúan, sin embargo. Y ahora han cambiado la acera, y han puesto palmeras y nuevas farolas, altas, esqueléticas. Se han llevado las antiguas, salvo esta, quizá por ser invisible tambien para ellos, quizá por llevar señalización y no saber dónde colocarla.
En todo caso allí sigue, permanentemenet torcida, oscura, sin cabeza, atrayendo a los coches con la misma fuerza que siempre. Dos esta semana. Ahora los daños son menores, no hay nada que caiga encima del coche. Sólo es un roce, y la cara del conductor no tiene la misma gracia. En fin, todo se acaba.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario