miércoles, 24 de febrero de 2010

Eurovisión y Democracia

Este artículo en el País habla de lo que pasa cuando le das a la gente control sobre algo que no valoran en absoluto. Eurovisión es, y ha sido, siempre, un ejercicio de publicidad por parte de la compañía Eurovisión (¿no sabías que existía, más allá del programa? Pues sí, existe, pero después de 50 años, casi nadie lo sabe, nadie sabe para qué existe, y a nadie le importa). A las TV’s nacionales les importa porque les cuesta mucho dinero, por eso buscan la forma de crear un mercado más amplio de programas y discos entorno al festival, y TVE lo consigue bastante bien.

La gente no lo toma en serio para nada, y creo que no lo ha hecho nunca. Es una celebración del mal gusto y de cómo hacer música sin hacer arte ni siquiera por casualidad. Así que cuando se le pide al público que vote al que quiera, hace precisamente eso.

Los responsables del programa, los presentadores a cantar y los candidatos lo toman en serio porque su carrera puede depender de ello, pero cometen el grave error de suponer que a otros les importa lo mismo.

Hay comentarios de gente de TVE, y otros comentaristas, que insinúan que el error ha sido fiarse del pueblo. No, el error ha sido no entender lo que hacían. No era necesario abrir el proceso de selección de esta manera, no tenía porque ser democrático, pero lo hicieron. Dar libertad a la gente y quejarse de cómo la usa no vale. Dar libertad para que la gente vote de la forma que han decidido no es libertad. Y que la gente no te tome en serio es señal de que tú tienes un problema, no los demás, ni el proceso democrático.

Porque Eurovisión no importa, y TVE no importa mucho, pero se escuchan los mismos argumentos respeto a la política local y nacional, y eso sí importa. No quieren- estos que presumen de la autoridad de coartar nuestra libertad democrática- que tengamos o expresemos ciertas posturas u opiniones, ni que votemos a grupos que defienden estas posturas. El ejercicio de la democracia está limitado a los que piensan de forma ortodoxa, según los que se erigen en jueces del asunto. Permitimos que se defina una elite entre, sobre todo, la prensa y los políticos más mediáticos, y ésta decide en qué consiste una libertad responsable.

TVE puede hacer lo que le parezca, pero los que nos mandan, no.

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