sábado, 12 de diciembre de 2009

De la Belleza


Hay una serie de cualidades encontradas únicamente en el ser humano, que no tienen origen biológico, ni, con una excepción, una función biológica, y que derivan de la razón. La razón nos permite analizarnos y nuestros actos, percepciones y sentimientos, y nuestra razón misma, y de allí derivan, como efectos colaterales, el sentido de humor, el arte como expresión, la comunicación abstracta, y la apreciación de la belleza.

Hay que distinguir entre la belleza y el atractivo (aquí me refiero a lo que denota el término inglés ‘prettiness’).

La apreciación de 'prettiness' sí tiene función biológica. Es la cualidad que tenemos que ver en nuestros hijos, para quererles, y es el origen y fundamento del amor humano. La belleza resulta de un fallo cognitivo, cuando la razón separa la estética de sus objetos propios y lo atribuye a otros. La belleza es matemática avanzada, se percibe instintiva y sencillamente, de la misma manera que la mano sabe donde y cuando tiene que ponerse para coger una bola en el aire. La belleza es teología, sentida por el alma, nos dice que Dios está con nosotros, porque todo lo bello es bueno. La belleza es biología, advirtiendo a nuestra intimidad que hay algo digno de su atención. La belleza nos habla como seres racionales, como hijos de Dios, y como animales. Pero, ¿qué hay de nuestra humanidad? A nuestra humanidad no le dice nada.

El 'prettiness' no es un grado de la belleza, es una cualidad distinta, que pocos saben poseer, ni reconocer. El atractivo es bello, como la inocencia es bella y la valentía es bella, pero no es la belleza. La belleza de una mujer bella debilita. Produce en el hombre normal el efecto que produce cualquier meta aparentemente inalcanzable. Un hundimiento del ánimo. Una rendición. Sólo inspira a grandes cosas a los grandes hombres. La belleza ha llevado a los hombres a crear música y poesía en imitación u homenaje, ha causado actos innumerables de valor, unos épicos, otros heroicos, muchos destructivos, ha llenado mentes excluyendo a todo lo demás, ha destruido reputaciones, vaciado bolsillos y puesto fin a vidas pero nunca ha sido fuente de amor. Sólo el 'prettiness' habla con nuestro corazón, y nuestra humanidad responde sólo a éste. El 'prettiness', únicamente, puede hacer que un hombre normal vaya a conquistar Persia. No es la conciencia de la belleza lo que nos hace humanos, sino la del atractivo. Si no, no habría amor humano. El amor humano no es el sacrificio razonado de un alma por otra en nombre de Dios, ni la protección instintiva de un animal a su cría. Necesitamos más que instinto, que creemos poder controlar, y menos que el amor de Dios, que no podemos alcanzar. Así que tenemos el atractivo, capaz de inspirar a cualquier cosa a cualquier persona.

Es, por tanto, la belleza un producto, un invento, de la razón, pero de singular importancia para el ser humano, que encuentra continuamente motivos de aliento y alegría en la belleza que percibe a su alrededor.

Apreciar y valorar la belleza, reaccionar ante la belleza con un vuelco del espíritu y una abertura de la mente, es de gran importancia para lo que llamamos felicidad. Ver y poder apreciar la belleza provoca y mantiene una sensación de bienestar y confianza en el futuro inmediato, que es lo único que se suele pedir. Nos olvidamos de lo negativo que tiene el presente y el futuro. Es posible que la capacidad para discernir la belleza sufrió selección positiva después de su desarrollo, ya que los que tenían esta capacidad serían más activos y más animados. Sugiero la posibilidad, únicamente; no estoy en absoluto capacitado para pronunciar sobre la cuestión. En todo caso nos da motivos, artificiales, creaciones de la razón, para vivir, tarea que la razón misma, por comprender lo que es vivir, ha hecho más difícil.

El análisis, mediante la razón, de la belleza como atributo de lo percibido nos lleva a desear controlarla, representarla (copiarla), y crearla nosotros mismos. De allí nace el arte.

El concepto de la belleza invade nuestro juicio de todas las cosas. El cuerpo humano es de suma belleza para los artistas, incluso en una expresión particular (una persona) donde otros no aprecian belleza; un cuerpo viejo o antiestético en reposo cobra belleza cuando realiza cierto tipo de movimiento (el ballet requiere belleza en el cuerpo en reposo, el flamenco no); los matemáticos reconocen belleza en cierto tipo de demostración; las artes suelen tener una belleza reconocible en la idea que expresan, diferente de la belleza que puede tener la realización misma. Esta belleza de las artes, tanto dramáticas como pictóricas o literarias, suele identificarse con la verdad, pero es una verdad distinta a la objetiva, científica; una verdad dramática, artística, nacida casualmente de la razón pero no justificada por ella.

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