Oigo a mucha gente afirmar, como si fuese una verdad indiscutible, que una de las causas importantes de la crisis es que se han construido demasiadas casas. Dudo que los políticos que se han encargado de gastar nuestro dinero a punta pala con el fin de paliar dicha crisis (y así nos va) entiendan ni esta ni otras de las causas, y es casi imposible que la persona media las comprenda. Sin embargo, conviene señalar la falacia que hay en este argumento en concreto.
Lejos de haberse construido demasiadas casas, la verdad es que se han construido pocas. La gente ve casas sin terminar y casas sin vender y cree que un exceso de construcción ha contribuido a la crisis. En absoluto; la crisis ha terminado con la alegría en la industría de la construcción.
La demanda sigue allí, sin ninguna duda. España está llena de gente que desear comprarse una casa; jovenes parejas que se quieren casar, inmigrantes hartos de vivir con otros 15, parados que quieren cambiar de localidad en busca de trabajo, familias que crecen y necesitan más espacio, divorciados que tienen que encontrar el piso de él y de ella. La demanda está allí, como siepre ha estado.
¿Qué es lo que ha pasado, entonces? ¿por qué los que quieren comprarse una vivienda no lo hacen? Evidentemente por dinero. Y ¿qué es lo que impide que todos esos constructores y agentes inmobiliarios que tienen propiedades hasta en la sope y viven de venderlas, no se pueden poner de acuerdo con todas esa personas cuya gran ilusión es tener dónde caerse rendidas al terminar la jornada? No parece tan difícil, pero de repente ha dejado de ocurrir.
Hay dos motivos principales. El precio de la vivienda es muy alto. Se mantiene alto porque el gobierno central y los ayuntamientos ponen límites muy severos a lo que se puede construir, por razones que pueden a veces ser buenas y a veces malas, pero el hecho es que no dejan producir lo suficiente como para aproximar a satisfacerse la demanda. (Un problema menor, relacionado con esto, es que también cobran muy alto los permisos que sí dan, y las ventas que se realizan. Es habitual a todos los niveles de gobierno creer que su función principal es cobrarnos por hacer las cosas más normales y hasta necesarias; por construir, por comerciar, por consumir etc.)
Si fuera más fácil construir, todos tendríamos casas, y mucho más baratas. Faltan casas. Se ha construido poco.
A pesar de la oferta sin consumir, hay mucha demanda sin satisfacer. Los bancos y cajas proporcionaban préstamos a un número suficiente de los deseosos de comprar, haciendo el negocio rentable a pesar de los esfuerzos de los gobernantes. Sin embargo, llegó un momento en que los bancos no se fiaban de recuperar su dinero, y los compradores no se fiaban de poder mantenerse aflote. El resultado es que, o vendes tu casa a precio de ruina, o no la vendes. Si fuera más fácil y más barato construir, lo sería comprar, y esto no sucedería.
El problema no es que se han hecho muchas casas. Uno de los problemas en este país es que se han hecho pocas, y no es por las constructoras, sino por los políticos.
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