miércoles, 14 de octubre de 2009
Viaje a la Alcarria
A ver si reanimo este blog, que estaba moribundo, si no muerto del todo. No tenía una función clara, y como todo lo que no sirve, se le ha desechado (esto no es aplicable a los funcionarios, por razones que no son nada evidentes.) Sigue sin tener un propósito ni claro ni oscuro, pero aquí estoy, el erizo bloguero, dispuesto a lo que sea, a contar mi vida, a ruminar sobre la política, la ciencia, la gente y el mundo en general, y a compartir cualquier cosa que me parece interesante.
El fin de semana me llevó a La Puerta, un pueblo de Guadalajara de 85 almas (según el censo; ví bastantes más, pero porque era puente) en la sierra, sobre el río Solana, un tributario del Tajo, que pasa por allí cerca. Bonito pueblo, encrustado en un vallejo entre dos cerros rocosos de gran belleza. Se sube con rapidez y facilidad por ambos lados, y uno se puede premiar con unas vistas de gran belleza, del pueblo abajo y de toda la zona. Cela lo menciona en el libro que da título a este post, haciendo pasar por allí a uno de los personajes, y dejando una breve descripción del lugar.
En la ladera encima del pueblo hay una serie de pequeñas cuevas, entradas naturales aprovechadas para guardar toneles de vino, por la temperatura constante que tienen incluso en invierno. Tambien servían de salas de reunión para tomar el aperitivo los fines de semana.
Las fotos muestran la cresta de rocas que domina el pueblo, y que se iluminan por la noche mediante focos- una gran idea, muy bonito el resultado; y un puente antiguo, sencillo y elegante, que cruza el Solana en la entrada del pueblo.
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