miércoles, 31 de marzo de 2010

De Lo Poco Que Importamos a Los Que Nos Mandan

Quizá por primera vez en la historia existen gobiernos, unas pocas docenas en el mundo, que prestan algo de atención a la voluntad de su pueblo a la hora de gobernar. No mucha, ciertamente, pero algo es algo. Se debe a que han inventado la democracia, un sistema por el que aceptan alternarse en el poder a cambio de que el pueblo les pague bien y no les intente cortar la cabeza. El pueblo también se beneficia, porque produce mayor estabilidad que suele generar mayor prosperidad, y, como hemos notado, tienen que suministrar ciertos servicios y guiñar un ojo hacia la voluntad popular de vez en cuando.

Hablo del pueblo porque los que mandan no se ven como personas normales. En cualquier país el gobierno considera que manda por derecho propio. No son de la plebe. Hay mandantes y mandados, una élite y la canalla. Se ven así, desde los monarcas absolutos, y los tiranos sangrientos (Kim Sun-Il, Fidel Castro, Robert Mugabe, Hitler, Pol Pot etc) hasta los que se presentan como populistas y simples portavoces del colectivo (Stalin y todos sus monigotes en distintos lugares y épocas del imperio comunista) pasando por los democratas populares (Obama, Aznar, Blair etc) se creen con derecho a mandar. A los demas nos toca obedecer, porque ellos saben lo nos conviene, y hasta lo que realmente queremos, mejor que nosotros.

Todos los gobiernos, y los funcionarios que los sostienen, defienden rabiosamente su posición de los que pueden cuestionar su derecho de existir. Lo hacen de forma diferente según las circunstancias de la sociedad que rigen, pero lo hacen con fuerza y un sentido absoluto de su propia importancia.

Esta nota del EU Observer ilustra cómo ven su papel unos compenentes de la Comisión de la UE (esos burócratas nombrados a dedo por sus amiguetes, recuerden, no son políticos elegidos por un proceso democrático, la mayoría son ex-políticos fracasados o corruptos, y desde luego, no responden ante nadie, y mucho menos ante el pueblo, que ni les ha puesto allí ni les puede echar). Estos chupones y anti-demócratas se permiten hablar con toda naturalidad de 'legislar' como si fueran un Parlamento (el llamado Parlamento de la EU no tiene autoridad ni poder, y tampoco es muy democático, ya que la mayoría de sus miembros son nombrados por los partidos, no elegidos para representar al pueblo). La Comisión, como digo, actúa como gobierno y parlamento, sin ninguna legitimidad, y se pretende meter, como en este artículo, en todos los detalles más insignificantes de la vida. De nuestra vida.

Se quejan de que hay máquinas expendedoras qeu no aceptan monedas de 1 o 2 céntimos, por su escaso valor, y que muchos comercios anuncian que no aceptan billetes de 200 o 500 euros, for razones obvias de disponibilidad de cambio y riesgo de falsificación. Pero la comisión cree que el pueblo no puede tener libertad en estas cuestiones, como realmente no les gusta que la tenga en nada, y habla tranquilamente de legislar para obligar a cualquier persona, en cualquier intercambio y acuerdo privado y particular, a hacerlo con su moneda de juguete y en las condiciones que ello marcan. ¿Por qué consentimos esta soberbia, propotencia y tiranía?

Como ejemplo de cómo se defienden los gobernantes, en este caso tiranos sin paliativos, sirva el órgano privado de Fidel Castro, una supuesta agencia de noticias que en realidad es propaganda de Fidel y del comunismo en general. Se nota la desesperación con la que intentan defenderse, citando aprobación de Hugo Chávez y el de Corea del Norte y partidos comunistas europeos. Y la repitición constante de sus grandes logros en la salud y en la educación: los datos tantas veces repitidos sobre la alfabetización y la longevidad son puros inventos de Fidel, pero no se suelen cuestionar, y como sabe muy viene lo vagos que pueden ser los periodistas, los citan constantemente sabiendpo que saldrán sin analizar en la prensa del mundo libre.

Es un estudio fascinante, la verdad.

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